Un
amor que me estremezca el alma,
tan
sólo al pensar en su nombre.
Un amor que me haga querer ser mejor,
siendo
yo misma.
Un amor a la antigua;
que
se vaya formando poco a poco
de
versos, de canciones,
de
momentos,
de
detalles y de besos.
Un
amor que sepa que para llegar lejos,
es
mejor ir lento.
Un
amor a fuego lento,
construyéndolo
día a día,
dejando
lo rápido, lo inmediato,
lo
efímero de lado.
Un
amor lleno de eternidad;
ya
no quiero amores fugaces.
Un
amor donde sólo seamos dos,
dónde
pudiendo elegir a cualquier otro,
decidamos
elegirnos solamente a nosotros..
Un
amor que me observe como si se hubiera ganado un tesoro,
el
mejor de ellos.
Un
amor que al observarlo,
me
haga sentir en la luna,
en
su luna; jugando con sus cielos,
recorriendo
sus estrellas
e
inundándome con sus galaxias.
Un
amor que me haga levantarme cada día con una sonrisa,
diciéndome
a mí misma lo afortunada que soy.
Un
amor que sea capaz de superar cualquier obstáculo,
que
sepa que los habrá -y además multiplicados-
y
que quiera estar ahí para derribarlos.
Un
amor que me haga sentir segura,
sin
pensar en lo que pueda suceder;
sólo
viviendo el momento,
sólo
dejándonos ser.
Un
amor al que no le importe el orgullo;
que
prefiera siempre pedir una disculpa si se equivoca,
que
no quiera perderme.
Un amor donde sepamos que somos imperfectos,
con
errores, con heridas, con grietas,
y
que a pesar de eso parezca que no hay nadie mejor.
Un
amor que me quite los miedos apretándome con fuerza,
viéndome
a los ojos y llenándome de calma.
Un
amor que al tocarnos sintamos fuego,
que
nuestros cuerpos se unan,
pero
que nuestras almas se encuentren.
Un
amor que me quiera en mis momentos confusos y difíciles,
porque
ahí es cuando más lo necesitaré.
Un
amor que en mis días de lluvia me haga sonreír,
que
busque pretextos sólo para hacerme feliz.
Un
amor que quiera arrancarme la boca a besos,
las
dudas con abrazos y los malos recuerdos con caricias.
Un
amor al que no le importe mis tonterías,
y
aún mejor, que las comparta.
Un
amor que no le importe ser cursi,
que
demuestre con hechos,
lo
que dice con palabras.
Un
amor que pueda grabar en cada letra,
que
sea dueño de mis frases,
que
se convierta en mi poesía diaria.
Un
amor que parezca poesía:
intenso,
indeleble, imborrable.
Sabiendo
que las cosas ya no duran,
quiero
un amor que dure hasta la muerte.
Quiero
un amor bonito,
con
amor del bueno;
como
el de mis abuelos.
Como
el que tal vez ya encontré y no supe valorar.
Quizá
como el que tengo; quizá también,
como
el que nunca encontraré.
Sólo
quiero un amor bonito…
Autora
Angie
González
Foto: Joakim Hulten
Foto: Joakim Hulten